martes, 5 de abril de 2011

Cronicas de Ella

Ella sentada en la cornisa viendo aquel mundo que la rodea, toma conciencia de cada casa, cada persona, cada ser que habita allí, mientras el sol dulcemente acaricia sus risos y mejillas. Poco a poco comienza a entender el porque de algunas cosas. 


Sus ojos, por ejemplo, eran distintos a los demás. Muchos creían que aquel verde color con esas diminutas manchas marrones amarillentas los hacían únicos, pero ella sabía que no era eso lo que los hacía especiales, sino la utilidad que ella les daba. Porque se percataba de cada detalle, cada particularidad... hasta el punto de creer que podía con eso saber:  que hacia, como era cada persona. 


Tomaba cada mañana el colectivo, que la llevaba a un lugar mas que el destino determinado. Imaginaba, dejaba volaba con su imaginación o observaba a los pasajeros; hasta se daba el lujo de tener la certeza que la señorita que vio una vez, estaba enamorada deseando que llegue el día que su novio proponga avanzar un paso mas,  y aquel otro señor del lunar en la mejilla izquierda trabajaba en una oficina y su mascota era un gato. También creía, pero en esto no tenia ninguna certeza, que algún día reservaría asiento para dos. Mientras tanto se sentaba del lado de la ventanilla en aquel solitario lugar donde el viento entrecierra sus ojos y la hace sentir en los aires.

Ella cree que algún día encontrara esos labios que encajan a la perfección, aquellos besos que se corresponden, aquella piel que se complementa. Entre tanto congela momentos, que al recordarlos acelera su corazón. Tal vez era la manera de ponerle color a su mundo, a su vida tan particular.
Aquella vida que la hizo ser mas fuerte, mas maleable a cada frasco, a cada lugar. Que también construyo una coraza para no dejar ver esas fantasías, esa inocencia que dejaba en evidencia su fragilidad. Era mucha mas fácil mostrarse fuerte, arrasar con su vida y con cada obstáculo, que sentir y darse cuenta que cada paso que daba la alejaba de sus sueños.

En otros tiempos ni siquiera tomaba conciencia de lo que generaba su sonrisa. En estos tiempos cree que pocos valoran su risa. Pero ella pese a todo, sigue intentando, desafiando, para que algún día alguna mirada entienda que esconde detrás de esas risas, detrás de aquellos ojos; que de un momento a otro se tornan vidriosos, llenos de anhelos  y recuerdos. Aquellos ojos que miran cada detalle pero que gritan sentimientos sin ser escuchados.

Pero mientras ella intentaba entender el mundo, su mundo, no se percataba que una boca que se complementaba, que unos ojos que interpretaban perfectamente su interior; estaban esperando el momento indicado para reservar un asiento para dos...






1 comentario:

Facundo Nicolás Pelliza dijo...

"Aquellos ojos que miran cada detalle pero que gritan sentimientos sin ser escuchados"...
Pronto vendrá aquel individuo, que complete tus partes incompletas básicamente, que sepa entender qué gritan esos ojos, qué detalles miran para no ver hacia adentro, qué es lo que ese adentro quiere escuchar, pronto vendrá...

Muy linda la nota, y muy sincera. Felicitaciones.